Me da mucha bronca arrancar los lunes mal dormida. Ayer me desperté temprano, no hay derecho.
Me acosté y miré un episodio de The office USA. El primero de la serie. No me saco ni media sonrisa. Me sentí estafada y lo tuitié, me dijeron que tenga paciencia que después se pone buena. Me hablaron de varios episodios, incluso que después de dos temporadas mejora. No, gracias. Sigo con Seinfeld que es diversión asegurada. Y con Sex and the city que ya me la sé de memoria y la amo.
Apago todo y me dispongo a dormir y no puedo. Tengo los pies fríos. Me pongo medias y se me calientan al toque. Así y todo no logro dormir. Entonces, me pongo a leer un libro de Faulkner. Uno que nombran en Perfect days y en la novela Los días perfectos (les dije que las referencias culturales eran las mismas), me engancha entonces no me da sueño. El libro es Las palmeras salvajes.
Dejo el libro. Chusmeo Instagram, Tuiter, le escribo a P. Vuelvo al libro. Vengo para acá y escribo. Les escribo esto. Les cuento.
Me está por venir. Ya casi. Hablar con P cuando me viene es una bomba de tiempo, casi siempre él termina siendo el blanco de mis batallas hormonales. Hace unos días me puse a pensar que no sé de dónde saca tanta paciencia. Yo ya me hubiera bloqueado. Termino cayendo en la cuenta de que pocos me conocen como él últimamente porque para el resto suelo tener mis herramientas para disfrazar mis emociones.
Malena Pichot una vez tuiteó que amigo es con quién se puede ser imbécil en paz. Yo con P puedo ser todo lo que me sale y es un alivio. Con él no soy imbécil, soy insoportable. Creo que la clave está en que sabe cuánto lo quiero entonces así es fácil permitirme ser infumable.
Una de las cosas que más me gusta de P es que cada vez que le escribo para decirle que tengo ganas de hablar con él me responde con una importancia que pareciera haberle dicho que hablarle es una cuestión de vida o muerte. Siempre responde. Lo mismo cuando le digo que mejor hablemos por teléfono. Cómo no quererlo tanto tanto. Me es imposible lo contrario.
Bueno, me calmo. Son las dos de la mañana y en cuatro horas exactamente tengo que despertarme.
Después hablamos.
Me gusta poder decirle a P: “hoy estoy embobada con vos, te aviso”. También soy esto.
La mañana fue terrible. Yo llevé a almorzar a S y le escribí con cariño a P. Hay que transformar lo malo en ternura. Siempre.
Quiero tirar chivazos. Por ejemplo, que si les gusta lo que escribo pueden invitarme un cafecito, suscribirse por el monto que ustedes elijan o si están en el exterior volverse Patreons.♥
Estoy leyendo mucho y eso me alegra. Aprovecho el tiempo en viajes. Hoy me tomé un colectivo, siendo que podía ir caminando, con el solo objetivo de seguir leyendo.
Mi biblioteca digital es mucho mayor a la de libros en papel pero estoy un poco cansada de leer desde dispositivos.
Me compré El beso de la mujer araña de Puig y Estás muy callada hoy de Ana Navajas. Le prometí a mis amigas que voy a leer Los puentes de Madison que hace años lo tengo en la biblioteca y nunca lo leí. Les prometí también mirar la película.
Me propuse por las noches ir a dormir temprano. Cenar temprano y dejarme un rato para mirar algo que me relaje. Esta semana opté por series. Mirar una película por noche es mucho. Vengo mirando The Office, Seinfeld y Love.
Quiero mirar clásicos: primero Thelma y Louise, después El graduado y un fin de semana de foco absoluto El padrino.
Esta es la manera que encontré de escapar a la pesadilla por la que estamos transitando.
Adelanto todo el trabajo que puedo. En parte, eso es lo que me permite cenar temprano y meter uno o dos episodios después. Adelanto trabajo para dejar de trabajar en los cafés y poder usar ese tiempo para leer.
Amar, leer, escribir. Como el libro pero con mis agregados. Como mantra. Como todo.
Oficialmente me vino y me siento para el culo. Me pegó la tristeza mal.
Quiero acostarme y no hablar con nadie. Quiero llorar. Quiero que me abracen. Quiero que me den atención. Quiero que me digan cosas lindas. Quiero que tengan deseo de verme. Quisiera que alguien tenga el impulso que me agarra a mi cuando quiero ver a alguien y me dan ganas de tomarme un Uber que me lleve directo a un cuello, a unos brazos. Quiero besos. Quiero miradas. Quiero te quieros. Quiero cerrar el cuaderno y arrancar todo de nuevo… con otras caras, con otros labios, con otras mentiras.
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y a la mierda todo.
Siempre escribo pero hoy decidí enviar un audio y casi que alguien descubre cómo se escucha mi llanto.
Toda la semana tuve el deseo de volver a casa cuando todavía no había salido. La necesidad extrema de estar en mi cama descansando.
Necesito vacaciones.
Terminé dos libros que tenía colgados del año pasado:
Uno es Cómo me enamoré de Nicolas Cage de Carla Quevedo. Me llevó puesta la intensidad de Marta y ese puño lleno de verdades.
La historia trata sobre cómo le cambia el presente (porque decir la vida es mucho) el día que Marta conoce a Nicolas Cage, un rockero yanki famoso que está en pareja pero la histeriquea nivel Dios.
La mente de Marta no para de sobreanalizar la situación, de tratar de encontrarle un sentido a amar a un tipo que no se decide.
Es una buena novela para analizar, pero not today Satan.
El otro es Diario de un canalla / Burdeos 1972 de Mario Levrero donde escribe cosas como esta:
“Escribo para escribirme yo; es un acto de autoconstrucción. Aquí me estoy recuperando, aquí estoy luchando por rescatar pedazos de mí mismo que han quedado adheridos a mesas de operación.”
Este libro es un diario sobre escritura. Un lugar donde Levrero se siente cómodo y escribe como se le canta: de una manera maravillosa. Es ácido, es sincero, se permite aclarar que tal vez lo que escribe no es exacto, que sus recuerdos son borrosos, que quizás nos está chamuyando. Ojalá yo pudiera escribir así.
Qué hermoso es leer. Por otra semana llena de lecturas.♥
Nos vemos el próximo sábado a la misma hora y por el mismo canal.
C.