Salimos a comprar empanadas con S. Me pintó salir a comprar y no pedirlas por delivery. La noche estaba hermosa.
Llegamos al lugar y pedimos nuestros gustos favoritos. Le dije que vayamos al cajero. Camino al banco nos cruzamos con un show de cumbia en el medio de una calle de Escobar. Me pidió ir, le dije que después de volver del cajero. De fondo se escuchaba Corazón valiente de Gilda.
Llegamos al show y era una fiesta, S se puso a bailar y me pidió que hiciera lo mismo, avergonzada le dije que no. Le dije una, dos, tres, cuatro, cinco veces que no. Una señora que bailaba al lado nuestro nos escuchaba y la invitó a bailar. S se refugió tras mío y le dijo que no pero que bailara conmigo. La mujer me agarró la mano y nos pusimos a bailar. Acto seguido bailó con ella y, finalmente, terminamos bailando S y yo. En ese mismísimo momento pensé en las cosas que una hace por amor. Eso también es la maternidad y nadie te avisa.
Volvimos a casa felices, con una anécdota para contar y varias empanadas para comer.
Es miércoles. Dejo a S en su colegio y me vengo al cafecito de siempre. Hace un tiempo empecé a cuidarme entonces solo pido café con leche al que le pongo un solo sobrecito de azúcar (solía ponerle dos).
He adoptado una mesa de cuatro sillas. Más que nada por el espacio. Siempre traigo mil cosas: hojas para corregir, el cuaderno donde hago journaling (ay, ella… la cipaya), la cartuchera, carpeta y libros. Es que son dos horas y acá me resulta fácil focalizar.
Comencé a acomodarme en el primer piso desde la vez que no había lugar en planta baja y al subir me di cuenta que este lugar es mucho más tranquilo. Abajo en un rincón siempre se ubica un chabon que hace unos años solía tener disquería y yo iba bastante seguido a su local. El tipo sabe un montón de música. Tiempo después su negocio mutó a una especie de regalería y terminó por cerrarlo. Antes de mutar puso todos los discos en oferta y de esa tanda me traje un par a casa. No sé a qué se dedicará ahora lo que sí sé es que se pasa la mañana en un rincón de este café hablando por teléfono.
A S le quedan apenas dos semanas de curso en su nuevo colegio, lo que implica que me quedan dos semanas en este café. Me apena.
Me quedan dos semanas en este café y dos semanas de compartir clases con mis alumnos adultos. Eso sí que me rompe el corazón. El 27 hacemos una merienda con un curso y el 30 con el otro. Querría que esos días no lleguen nunca. Este año particularmente me hizo muy muy feliz trabajar con adultos. Este año se me dificultó mucho trabajar con adolescentes y eso me tuvo bastante triste. Pero esto me llevó a comenzar a pensar las clases del año que viene. Darle vueltas, tratar de llevarlas adelante lo menos tradicionalmente posible. Veremos qué sale.
El domingo fue el cumpleaños de *me pongo de pie* Cristina Peri Rossi, una de mis escritoras favoritas. Vamos con un poema de ella para llenarnos con un poquito de amor y seguir.♥
DISTANCIA JUSTA
En el amor, y en el boxeo
todo es cuestión de distancia
Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo digo tonterías
me echo a temblar
pero si estás lejos
sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.
Es viernes. Me llamaron de mi escuela ayer para pasar a firmar unos papeles así que dejo a S en su colegio y me voy para allá. Estoy de mal humor porque me cortan mi ritual de cafecito.
Me tomo un colectivo, llego a la escuela, firmo los papeles y me voy. Pienso en tomarme un colectivo para volver pero mejor no. Camino. Entro a un par de negocios. Busco adornos de navidad y velas aromáticas. No compro nada porque no quiero andar en este momento con cosas en la mano. Tal vez a la vuelta y meto todo en la mochila de S.
Llego por fin al cafecito de siempre. Hoy no está el ex vendedor de discos… ¿A él también le habrán surgido cosas como a mi? Es la primera vez que no lo veo.
Me doy cuenta que, últimamente, el único momento que encuentro para sentarme a escribir las entregas son sentadas en este café.
De la escuela me despedí diciéndole a mis compañeras: “buen finde y que no tengan mucha cola cuando vayan a votar”. Una me dijo que no iba y otra me dijo que todavía no sabía a quién votar, las demás me dijeron “siii, que no tenga que esperar mucho”.
Me parece increíble que a dos días exista gente que no sepa a quién votar.
Me enojé con un amigo que vota a Milei. No porque vote a Milei sino porque me escribió para tratar de convencerme que lo vote y yo le dije que lo quiero y que con él no iba a debatir nada. Acto seguido le di mí argumento de por qué jamás en mi vida votaría a alguien como Mylaw. Al otro día volvió a enviarme propaganda de La libertad atrasa y no le contesté. Me molestó la insistencia. Jamás le insistiría a alguien que tiene su voto tan arraigado… y menos a un amigo cercanísimo.
Jamás me alejé de nadie por temas políticos pero hubo gente que me dejó de hablar en el 2019 después de las elecciones. Incluso gente muy cercana que me eliminó y bloqueó de las redes sociales. Gente con la que seguimos encontrándonos en ocasiones especiales. No lo puedo entender. Yo no puedo.
Hace unas semanas mis alumnos me preguntaron a quién iba a votar en el ballotage y a quien había votado en las generales. Les dije que no iba a responderles. Un alumno libertario trató de explicarme los motivos por los cuales debía votar al susodicho. Lo escuché y le dije algo parecido a lo que le dije a mi amigo pero un poco más edulcorado. Entre los dos se armó un debate muy lindo y rico que al pibe lo dejó pensando. Lo único que les dije a los pibes es que nunca dejen que nadie les diga que votaron mal, que lean mucho, se informen para poder sacar sus propias conclusiones y que voten a quien voten si los decepcionan jamás se queden callados a la hora de criticarlos. “¿Entonces a quien votaste en las generales, profe?”, “no importa, volvamos a la clase”.
Anoche llegué de trabajar molida. Los viernes trabajo hasta las nueve y media de la noche. Suena terrible pero lo bueno es que el grupo con el que termino la semana es hermoso. Son adultos. Nos llevamos genial todos. Me propusieron ir a su cena despedida de año. Encantadísima.
Estuvimos leyendo Rabia de Sergio Bizzio. Para comenzarla tuve que tener el apoyo psicólogico de una ex profesora hoy amigaza. Es que, para quienes no lo leyeron, la novela arranca con una escena en donde los protagonistas están en un hotel y él le pide la cola a ella (lo digo así porque así está expresado). Les pedí a mis alumnos “seamos adultos en la lectura”. Finalmente, fue todo un éxito. Me encantó ir recibiendo comentarios del tipo “en la semana tuve baches en mi trabajo y se me dió por agarrar la novela y no pude parar de leerla”, personas que tal vez no están habituados al hábito de la lectura. Algunos, incluso, me dijeron que no son de leer nada y, sin embargo, les encantó la obra. Les dije que les subiría al Classroom la película y me desayuné con que ellos mismos se encargaron de buscarla y mirarla. ¿Acaso se puede cerrar mejor el año? ¡Aguante la literatura, carajo! ah re
Creo que no tengo mucha más y sí una pila de exámenes para corregir.
Que tengan una semana hermosa. Gracias por leer.♥
C.